domingo, 30 de noviembre de 2008

Testigos de Jehová españoles aprenden chino para hacer proselitismo entre los asiáticos


“La fe que mueve murallas”. Así titulaba el diario español La Opinión-El Correo de Zamora un reportaje firmado por Natalia Sánchez, en el que se informa de que los testigos de Jehová de la ciudad de Zamora aprenden chino con una profesora nativa para enseñar la Biblia (su versión propia, la llamada “del Nuevo Mundo”) a inmigrantes asiáticos. Según señala la redactora, en las clases participan también menores procedentes de adopciones de aquel país asiático, cuyos padres quieren que aprendan su idioma nativo.

«A nosotros nos suena a japonés», bromea Beatriz Jorge sobre la falta de comprensión del chino, lengua que estudia desde hace dos años y medio junto con otras diez personas de entre los 14 y los 60 años. A estos testigos de Jehová les ha impulsado a aprender esta lengua el poder «dar a conocer la Biblia a la población china que vive en España en su propia lengua», comenta Mercedes Alonso, una de las más veteranas del grupo. La intención de formarse la tenían desde hacía tiempo, pero les restaba por contar con un profesor. «Fuimos por negocios regentados por chinos para ver si alguno nos daba clase», relata Mónica Calzada. Finalmente dieron con Xiao Ying, que daba clase a niños de Primaria en su país natal, y que les enseña chino simplificado, el idioma que unificó Mao.

Los saludos, los números o los días de la semana supusieron los primeros pasos del aprendizaje al que, poco a poco, se han ido sumando más alumnos como Carlos Martín que lleva algo más de un año lidiando con los caracteres chinos. Este joven que estudia 3º de la ESO se animó a acudir a las clases «porque un día le vi un libro de chino a Beatriz». Al ser el que menos tiempo lleva, le respalda en clase todos los martes Hui Min, el marido de Xiao Ying, que antes de comenzar repasa con él lo dado y que apunta: «aprende muy deprisa».

«La gramática no es difícil, pero leer sin transcripción fonética es complicado», subraya Rubén González, mientras que Noemí Martín explica que reconoce los signos cuando los ve, aunque le cuesta «dar el paso de hablar». Y para romper el hielo, estos alumnos se dirigen a la profesora en chino e incluso varios han ido a cenar a un restaurante chino y a una natural del país asiático le pidieron el menú «en chino y nos entendió», enfatiza González que muestra unas hojas divulgadoras de su fe en castellano y en chino.

El método que sigue, según explica Xiao Ying, se basa en un libro de enseñanza de chino que ella intenta traslada a sus alumnos mediante apuntes y frases que corrigen en la pizarra. Además, siempre surgen comentarios de la forma de vida y las costumbres de su país natal. «Yo les enseño chino y ellos me ayuda a mí a mejorar con el español», comenta en un clima de gran cercanía con sus educandos.

Junto a este grupo de adultos, que recibe las clase en un local privado en la calle Arapiles ante la falta de cesión de una estancia en algún centro educativo, Xiao Ying, que gusta de ser llamada Elisa, imparte clases de chino a un grupo de niñas en un aula del IES Claudio Moyano los lunes de 18.00 a 19.00 horas gracias a un acuerdo con el instituto. «Es muy distinto darle a los mayores que a las niñas», afirma la docente que detalla que en el caso de las pequeñas el aprendizaje se basa «en juegos» y «les enseño un poco cada día.

Una de las niñas que está familiarizándose con la lengua del país donde nació es Shuliang García. Esta pequeña desde que tenía año y medio aprende chino, antes en Salamanca y ahora en Zamora, «porque queremos que conozca el idioma de su lugar de origen», atestigua su padre, Jesús García, al tiempo que enfatiza que Shuliang, de seis años, «sale contenta de las clases» y asegura que él no se ha planteado aprenderlo «porque es un idioma muy difícil».

Ángela Fen Martín es otra de las niñas que asiste a estas clases, abiertas a los niños que quieran conocer este idioma. Su madre, Ángela Bautista, señala que aprenden «un poco los símbolos, los saludos y canciones con lo que habitúa al oído» a otro idioma a través de material traído por la profesora de China. Esta madre lamenta que el grupo se haya visto reducido a cuatro niñas cuando el pasado curso asistían más, pero «apuntamos a los niños a muchas actividades», reflexiona y agrega que «el chino tendrá un gran peso en poco años».

Fuente: Info-RIES nº 108 (28/11/08).

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