El movimiento nazi incorporó en su ideario elementos y prácticas de distintas tradiciones y sectas ocultistas.
En el libro Alianza maléfica. Los nazis y las fuerzas de lo oculto de sus orígenes a la actualidad, Peter Levenda rastrea muchas de ellas y señala a algunos de los personajes que alimentaron esos cultos dentro del nacionalsocialismo. Reproducimos la reseña escrita por el politólogo y escritor Rafael López Giral, publicada en el medio digital mexicano Hoja por hoja.
Alianza maléfica. Los nazis y las fuerzas de lo oculto parecería, tanto por su apariencia como por su desafortunado título, un libro sin ningún rigor metodológico. Un ejercicio de ficción en el que se unieran todas las fuerzas del mal para dar vida a una historia de aventuras que terminara en la búsqueda del Santo Grial, la puerta a la cuarta dimensión o el secreto de la inmortalidad. Sin embargo, Alianza maléfica está construido desde otro ángulo. En palabras de Norman Mailer: “Su primera virtud está en su acucioso detalle, en su descripción precisa de los sucesos e ideas de los ocultistas que se reunieron alrededor de los nazis, como practicantes, compañeros de viaje y, en el caso de Himmler y la SS, como acólitos dedicados y miembros decididos.”
Tras un inicio incierto en el que Peter Levenda, embebido por el tema, no resiste presentarse como protagonista de la historia al relatar los riesgos que corrió en 1979 para descubrir la presencia de una sociedad nazi en Chile (Colonia Dignidad), la obra da un giro y se remonta a finales del siglo XIX y principios del xx para mostrar las influencias que tuvieron diversos grupos ocultistas en la configuración de la ideología del partido nacionalsocialista, así como en su estructura simbólica y el advenimiento de su éxito. Las raíces ocultas del movimiento nazi son acomodadas con cuidado moldeando una suerte de conexiones de distinta intensidad, pero con una dirección similar.
Partiendo de la obra de Madame Blavatsky, La doctrina secreta, cuyo ejercicio de pseudociencia tuvo gran aceptación en la época y en la que se demuestra la inherente superioridad “aria”; pasando por la utilización, dentro de las sociedades teosóficas, de la mitología escandinava y la simbología egipcia; las ideas de Aleister Crowley; los movimientos pangermánicos, hasta la Thule Gesellschaft, una sociedad pagana, antisemita, aristocrática, que fuera central en la organización del partido nazi, Levenda documenta cómo se fueron tejiendo alianzas e incorporando a un programa político, pragmático y oportunista una serie de ideas, símbolos y rituales cuyo peso debe ser considerado en el análisis histórico del movimiento.
En cuanto a la pertenencia de Adolf Hitler a estos movimientos, Levenda reconoce que nunca se ha demostrado y, aun cuando sostiene que Hitler fue un profundo admirador de lo oculto, también reconoce que algunos rasgos de su personalidad lo alejaban de la pasiva disciplina que se exigía. Sin embargo, delinea con cuidado los aspectos de la vida de Hitler donde se revelan intereses y participaciones ocultistas, así como la influencia del pensamiento de Liebenfels, Eckart, Nauseen; incluso rastrea los elementos que se encuentran presentes en el programa del Tercer Reich relacionados con la raza, los judíos, los masones. En palabras de Levenda: “su mayor discusión con las logias ocultas fue sólo que ellas no habían podido llevar a cabo sus programas en el mundo real”. Asimismo, el autor persigue con detalle las huellas de numerosos líderes del nazismo profundamente involucrados en el ocultismo, que terminarían por jugar papeles clave dentro del Tercer Reich, siendo los más representativos Rudolph Hess, íntimo de la sociedad Thule y diputado responsable de la política de habitación, y Himmler, quien reformara la SS (guardia personal de Hitler) hasta convertirla en un culto lleno de elementos esotéricos y actitudes demenciales.
En los capítulos dedicados al desarrollo de la segunda guerra mundial, el texto se convierte por momentos en una suma de pequeñas estampas de personajes y proyectos que buscaron influir en el conflicto por medios distintos, perdiéndose quizá la dimensión analítica que hasta entonces se había cuidado. El texto se vuelve descriptivo: no logra separar aquellos proyectos que se realizaron desde concepciones ocultistas de aquéllos que se construyeron para justificar sus ambiciones pragmáticas. Detalla la búsqueda del Santo Grial, las expediciones al Tíbet, el intento por realizar una sociedad eugenésica en Finlandia, pero no los ata, como lo había hecho anteriormente, a la búsqueda de una identidad trascendente que permita al lector sacar conclusiones.
Por último, Levenda señala, más desde una preocupación social que desde su investigación, la permanencia de un culto y una fuerza latentes que atraen, aún en la actualidad, a muchas personas. Considera que los grupos neonazis, los skinheads y otros movimientos de esta naturaleza siguen apoyados en estructuras similares a las sociedades de entonces. Frente al fracaso de nuestros políticos es probable que estos grupos retomen una gran popularidad, advierte.
Alianza maléfica es un importante trabajo de investigación, muy bien documentado, que, aunque irregular en sus contenidos, presenta una manera distinta, complementaria, de revisar el nazismo como una organización religiosa, al menos mística, o un culto, y de profundizar en la compleja simbiosis entre poder y magia.
Fuente: Info-RIES nº 110 (14/12/08).
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