Nicolás Maduro, vicepresidente de Venezuela y fiel amigo del presidente Hugo Chávez, que le postuló como sucesor la semana pasada ante la gravedad de su enfermedad, ha repetido en sus primeros discursos una palabra: amor.
El motivo de tan extraño tema en lides políticas, además del delicado momento emocional que atraviesa, es la creencia del venezolano en el movimiento espiritual Sai, con origen en India, más de 30 millones de seguidores en todo el mundo, y que se resume en la comunión de todas las religiones, la búsqueda de la paz interior y el amor a todos como base de la vida.
El primer mandamiento sai, que debió encantar a Maduro, a tenor de las veces que lo repite, es «ama y sirve a tu patria». En su discurso del pasado 13 de diciembre, a punto de llorar, habló del «milagro del siglo XXI», que consiste, ni más ni menos, en una revolución espiritual provocada por el amor que suscita Hugo Chávez. Ahí es nada. Lo cuenta Lidia Jiménez en el suplemento dominical del diario madrileño La Razón.
Maduro afirmó literalmente que la enfermedad del líder bolivariano «ha provocado una verdadera revolución de la fe, de la creencia en Dios y por eso desde nuestro corazón no hay duda que vivimos un milagro en pleno siglo XXI, el milagro de Chávez». Y añadió: «Nos impresiona ver a los pueblos musulmanes del Medio Oriente en sus mezquitas, orando, pidiéndole a Alá que interceda por nuestro comandante. Ver a los indios mayas, a los aztecas de Centro América… Ver a los cristianos en todas las lenguas del mundo rezando por la vida y salud del comandante Chávez y del pueblo venezolano».
Según Maduro, lo que más le ha impresionado ha sido ver la conversión de los más descreídos. «Creyentes y no creyentes. ¿Cómo se llama eso? Eso se llama amor. Lo que surge gracias a Chávez se llama la revolución del amor, que no es otra cosa que el socialismo hecho humanidad», proclamó Maduro.
Esta espiritualidad a raudales radica en las enseñanzas de Sathya Sai Baba, un gurú de masas fallecido en 2011 y rodeado de polémica. Sus principios de amor y comunión, un tanto turbadores pero quizás efectivos, podrían ganarse al pueblo venezolano. O no. Si acabara alcanzando la presidencia, las tendencias espirituales podrían ser más una carga que una liberación si no consigue convencer al pueblo de que es un líder contundente, válido y útil para ocupar el cargo de máxima responsabilidad de un país. En esto están de acuerdo oficialistas y opositores.
Algunos venezolanos contrarios a Chávez y residentes en España miran el lado positivo: «Mejor un iluminado que un dictador». El problema es que el líder religioso de Maduro, Sai Baba, es considerado por muchos un impostor, un prestidigitador que captaba a los adolescentes o la gente «sin discernimiento», como explica a La Razón Ramiro Calle, el máximo representante del Yoga espiritual en España. «Hacía creer en milagros y materializaciones de relojes y otros objetos, que después resultaba que había comprado en Suiza», critica Calle, que defiende, eso sí, a otros muchos gurús «verdaderos» que predican el desapego, la humildad, la no violencia o la sencillez.
Otros restan importancia al tema. «El asunto hindú y su relación con Maduro debe ser una excentricidad propia de un revolucionario venezolano con mucho poder y dinero», declara a este diario el periodista Víctor Zambrano, de Maracaibo, capital del Zulia, el estado opositor más beligerante.
Hugo Chávez, de 58 años, debe reasumir el 10 de enero la presidencia tras ser reelecto en octubre. Los rumores sobre su estado de salud son de todo tipo. Desde que la última operación ya es paliativa porque el cáncer está extendido, hasta que todo es una utilización de la enfermedad para seguir manipulando a la población.
Todo el poder para ellos
Pero muchos se preguntan, dentro y fuera de Venezuela: ¿cómo es en realidad ese hombre sereno llamado Nicolás Maduro? El más fiel amigo de Chávez, una suerte de escudero, era conductor de autobuses urbanos y de metro en Caracas. No tenía formación universitaria pero sabía reivindicar los derechos laborales de sus compañeros, lo que le llevó a dirigir el sindicato de trabajadores del Metro de Caracas.
Alguna vez el presidente Chávez se ha referido a estos orígenes. «Mira dónde va Nicolás, de autobusero a vicepresidente… y cómo se burla de él la burguesía por eso», dijo poco después de ganar las elecciones del 7 de octubre. «Tremendo canciller», exclamó en el 200 aniversario de la Independencia. El presidente y Maduro se vieron por primera vez en 1992, cuando Chávez cumplía condena en la cárcel de Yare por el intento de golpe de Estado. El sindicalista se convirtió en un duro activista a favor de su liberación. En esa época conoció también a la abogada Cilia Flores, su actual pareja, encargada del caso. Ya no se separaron. Ambos desempeñan los más altos cargos del Estado, la vicepresidencia (él) y la Fiscalía del Estado (ella).
Tampoco disminuyó la amistad con el líder bolivariano. Maduro fue acumulando méritos personales. En algunos viajes de campaña, a Maduro se le vio conducir el camión de Chávez, con gesto resignado, mientras su jefe se daba uno de sus queridos baños de multitudes. Sheyla Urdaneta, jefa de Política del diario venezolano La Verdad, una de las voces opositoras, lo califica así: «Es un amigo fiel, le guarda secretos, dice amén a todo lo que pide o afirma, no lo contradice jamás, ni siquiera con un gesto. Su discurso de ayer [por el 13 de diciembre], como vicepresidente, fue una oda a Chávez. Discurso melcochoso [correoso], es el gran adulador del mandatario venezolano».
Por otro lado, y en esto coinciden periodistas, políticos opositores y cargos venezolanos, Maduro es más «proclive al diálogo» que el autoritario Chávez. «Maduro se ha ganado a pulso el ser diplomático con una educación mínima, básica», explica Urdaneta. «Pero también ha cometido errores como cuando, para congraciarse con Chávez, lanza improperios o descalificaciones a quien ataca a su hombre preferido». En este sentido, fue una sonada metedura de pata cuando llamó públicamente al candidato opositor Henrique Capriles «mariconsón y fascista». Maduro se disculpó por el cubanismo alegando que «tenía otra connotación» y que no se «metería con la condición sexual de Capriles ni la de nadie». En el Diario de Caracas se le define como «tocado por el hada de la calma». «Tal vez en ello tenga mucho que ver sus creencias hinduistas», agregan.
Muchos achacan su tranquilidad a la religiosidad que proclama. Las enseñanzas de Baba, el «gurú milagrero», como le denominan por sus falsos milagros, no muestran nada perjudicial (al menos en apariencia). Sus más importantes principios son: 1. Ama y sirve a tu Patria. 2. Respeta todas las religiones con igualdad. 3. Ama a todos. 4. Cultiva el amor por Dios.
El líder sectario
El profesor de yoga Ramiro Calle, sin embargo, tras decenas de entrevistas a los líderes espirituales hindúes, escribió varios libros sobre los falsos gurús y el cuidado que se debe tener con estas «masas enfervorecidas» fácilmente manipulables «que entran en una locura febril y religiosa». «Sai Baba dominaba los trucos como un verdadero ilusionista… La gente necesita creer y se aferra a cualquier cosa…, este tipo era un cantamañanas, un farsante que decía que era Dios… la gente con minoría de edad emocional es embaucada de cualquier forma», subraya.
Muchas de estas sectas están salpicadas, según el maestro, de escándalos como «suicidios de discípulos desencantados, abusos sexuales de jóvenes y enriquecimiento ilícito brutal». En el caso de Sai Baba fueron muchas las denuncias, algo que parece no importar a los millones de seguidores del movimiento sai en el mundo. El tiempo dirá si Maduro refuerza o abandona sus principios.
La fotografía que prohibó Chávez
El presidente Chávez intentó restar importancia a las creencias hindúes de su sucesor. Las fotos en las que Nicolás Maduro aparece con el gurú Sai Baba en India (arriba) se intentaron ocultar e, incluso, desaparecieron de algunas publicaciones webs. Puede que el líder bolivariano quiera adelantarse a futuras críticas a su mentor por demasiado suave, pacífico o «elevado». La no violencia no es un valor en el que Chávez crea, ya que ha defendido el uso de las armas siguiendo al Che y al grito de «Patria o muerte». Los viajes de Maduro para escuchar de primera mano a Baba fueron duramente criticados por algunos sectores venezolanos.
Fuente: La Razón
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