Desde hace varios años desembarcan en Uruguay un gran desfile de gurús, y maestros de espiritualidad new age y terapias de dudoso origen. Entre ellas llega en el 2005 el movimiento de los Ishayas, con su líder Sakti Ishaya o Isha, quien además de brindar varias conferencias en Montevideo y Punta del Este, ha desarrollado sus “técnicas” por varios países de América Latina. Isha, de origen australiano, se instaló, después de varios años, en el balneario Costa Azul, en el departamento de Canelones. Tiene allí un local llamado “El Spa de la Conciencia". No puede uno distinguir ciertamente si se trata de un templo o bien de un gimnasio, o de ambos a la vez.
Cuando uno lee los libros de Isha, como La Revolución de la Conciencia u Oye, Dios despierta, resulta evidente que aunque se presente como un cúmulo de técnicas psicológicas y orientales para aliviar el estrés, aprender a amarse y vivir más plenamente, en realidad el lector se encuentra ante un discurso religioso cuyos contenidos son una reedición de viejas doctrinas gnósticas, como aquella que sostiene que la divinidad es una chispa divina que está encerrada en nuestro interior y tenemos que despertar…
“El universo me mostró cuán equivocada estaba: era, mucho más que una Ishaya; me volví Todo, la ilusión se mostró tal cual era, y grité: ¡No puedo creer cuán grande soy! No existe nada que yo no sea. Soy todo, soy todos, es todo lo que existe. Nada de esto es real. Yo soy el creador y la creación. ¡Yo soy Dios! Sólo existe el amor y me es difícil creer lo feroz que puede ser el amor, pero sigue siendo amor… Todos somos Uno. Todos somos Dios y lo único que existe es el amor”.
No necesitamos aclarar la incompatibilidad de la fe cristiana con un conglomerado de creencias gnósticas y panteístas, donde no hay otro dios que no sea uno mismo formando parte de un universo divinizado. Si bien se presenta como novedoso y atractivo, no es más que una secta new age con un discurso religioso disfrazado de “terapia y técnicas anti estrés”.
Recientemente, varias denuncias en Argentina y en nuestro país [Uruguay] han dejado en evidencia el engaño y las secuelas psicológicas en los adeptos a sus cursos y seminarios. El pasado 20 de abril, en el juzgado de Atlántida, el abogado argentino Héctor Navarro acusó a Isha de “reducción a la servidumbre”, “estafa”, “ejercicio ilegal de la medicina”, manipulación psicológica e “inducción al suicidio”.
Todas estas cosas no suceden solamente en agrupaciones como Isha. En nuestro país son muchos los centros pseudo terapéuticos que trabajan con el estilo de las sectas destructivas, pero en forma personalizada y “terapéutica". No se muestran con ropaje religioso, sino como un conjunto de técnicas de superación personal. Agrupaciones como “El Arte de Vivir", y un sinfín de gurús que pasean por nuestro país dictando costosos cursos, se aprovechan de la ingenuidad de todos los que estén pasando por un momento de estrés, depresión o sencillamente buscando un poco de paz, para sacarles el dinero a costa de su vulnerabilidad emocional.
Este tipo de líderes y agrupaciones comporta un verdadero peligro social. Bajo el amparo de la “libertad de cultos” pueden conculcarse otras libertades fundamentales de la persona. Lo que en los años 80 se conocía como “sectas destructivas”, hoy se viene reeditando bajo la modalidad de centros terapéuticos de sanación. Pero, una vez más: es el vino viejo de la gnosis en envase postmoderno.
Para los cristianos constituye, además, un desafío pastoral. Detrás de estas pseudo terapias se les invita en realidad a participar de espiritualidades nocivas. A veces, ingenuamente, y sin percatarse de ello, los cristianos pueden entrar, progresivamente, en una suerte de religión que hace de Dios una batería universal, una energía o un conjunto de valores ecológicos y pacifistas. El antídoto pastoral está en una evangelización y una catequesis que supere las fronteras de la superficialidad para ofrecer la riqueza y hondura de la espiritualidad cristiana.
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