Fragmentos de apocalipsis (3)
El mes de octubre de 2011 que terminamos pasará a los anales de los milenarismos varios por haber concentrado, en una sola semana, dos predicciones del comienzo del fin de los tiempos. Por un lado, el ya popular predicador norteamericano Harold Camping, líder del movimiento Family Radio, había retrasado la predicción fallida de la parusía del pasado mes de mayo hasta el 21 de octubre. Por otro lado, algunos modestos grupos de impronta adventista habían apuntado al día 15. Ambas fechas han pasado y no tenemos constancia alguna de la segunda venida de Cristo en majestad, “vestido y ceñido de poder”, tal como reza el salmo 92. Un mes de octubre que ha pasado más desapercibido a efectos mediáticos, después del fracaso anterior. En efecto, el diario Chicago Tribune titulaba la víspera del supuesto acontecimiento terminal preconizado por Camping: “Predicho el fin, pero sin trompetas”.
Hace unos meses tuve ocasión de analizar en otro artículo (“Ayer iba a ser el fin del mundo…”) todo el revuelo milenarista que se armó en torno al anciano multimillonario Harold Camping, conocido en los círculos del neo-profetismo bíblico por haber señalado en estas últimas décadas la parusía, con una precisión en sus cálculos inversamente proporcional al acierto de los mismos. El 21 de mayo tocaba el susto de recibir a Cristo en su vuelta a la tierra, iniciándose así su reinado milenario, una imagen tomada del libro del Apocalipsis. Sintetizando mucho la cosa, Camping forma parte de una escuela –ya clásica– que realiza una lectura fundamentalista de la Sagrada Escritura y que destaca por su contabilidad cronológica. Echando mano de referencias bíblicas tales como las edades de los patriarcas veterotestamentarios, la cuenta acaba saliendo, década arriba, década abajo, así: la Creación del mundo (estrictamente semanal, en siete días de reloj, como es lógico en esta mentalidad), y el diluvio universal, habrían tenido lugar unos cuatro milenios antes de Cristo. En torno al año 2000, por lo tanto, se llegaría al año 6000. Justamente el momento indicado para iniciarse el milenio en el que el Señor reinará con los justos, para completar esa cifra simbólica del año 7000, en una visión de la historia que determina etapas claramente diferenciadas en una progresión hacia el fin.
Otra de las claves consiste en mezclar hábilmente las referencias bíblicas con los datos de actualidad, que se presentan en clave catastrófica y apocalíptica. Con anterioridad al 21 de mayo, los representantes de Family Radio decían que “Dios le ha dado a la humanidad pruebas y señales específicas de que Cristo retornará ese día”. Es ya algo clásico en muchos sectores del evangelismo más conservador –y normalmente norteamericano– eso de ver signos anunciadores del apocalipsis. La creación del Estado de Israel en 1948 fue considerada por muchas de estas corrientes una de las señales más claras de que se aproximaba el fin de los tiempos. Otros acontecimientos importantes de tipo político, así como las ya tradicionales catástrofes y calamidades, son esgrimidos continuamente por estos profetas que se aferran a la Biblia para interpretar de forma fundamentalista los sucesos presentes.
Pero vayamos al segundo ejemplo, el del anuncio del pasado 15 de octubre. Entre otros, fue protagonizado por un grupo denominado La Verdad Eterna (o Centinelas de la Deidad), de impronta fuertemente adventista, aunque sea rechazada por las corrientes principales del adventismo, precisamente por esa fijación con las fechas escatológicas. Los que integran este cisma, por su parte, acusan a los Adventistas del Séptimo Día de haber caído en la gran apostasía, justamente en estos momentos previos al final. Pues bien, el 15 de octubre, según ellos, correspondería al día 15 de Tishri (el mes Tishrei, el primero del calendario hebreo), y entonces llegaría el Mesías en gloria y majestad. Al igual que el grupo norteamericano, los adeptos de este movimiento también pusieron carteles anunciando el acontecimiento.
Pasó el día 15, y nada pasó. Sin embargo, unos días antes del fallo de la profecía ya nos daban pie para saber cómo iban a entender este fracaso. En un documento publicado en su página de Internet, los Centinelas de la Deidad decían lo siguiente: “Hoy es el segundo día de Tishri y no han caído las plagas, evidenciando nuestra equivocación sobre esta interpretación de los acontecimientos de los días finales”. Y reconocían otros fallos en la predicción de los prolegómenos del apocalipsis. Pero continuaban diciendo: “¿Significa esto que ya no creemos en la Venida de Yeshúa el 15 de Tishri de este año 2011? ¡Absolutamente no! La Venida de Yeshúa está declarada en las Escrituras para el 15 de Tishri de este año 2011”. Y lo explicaban con multitud de textos bíblicos que enmarañaban más aún la cuestión de las fechas concretas, al afirmar que el juicio final sería el 8 de octubre, y el sábado siguiente tendría lugar el momento en el que “nos vamos con Yeshúa” (Jesús).
Esta tendencia a poner en torno al año 2000 el inicio de la conclusión universal empezó hace tiempo, y hubo incluso quien fijó la parusía en el año 1988. Harold Camping, el líder de Family Radio, la señaló para 1994. ¿Cuál es su origen? Según algunos historiadores, no se trata de un cálculo estrictamente bíblico, sino que tendría su razón más profunda en la concepción de la historia como “la Gran Semana”, que forma parte de la antigua civilización mesopotámica. Mezclado con las cábalas de fechas basadas en la Sagrada Escritura, saldría esto. Y no se trata de un invento reciente, sino que tenemos que retroceder hasta el siglo XVII para encontrarnos con James Ussher, arzobispo anglicano de Armagh y primado de Irlanda. Este clérigo concluyó sus investigaciones con una asombrosa precisión, determinando que la Creación del mundo habría tenido lugar a las 9 de la mañana del 23 de octubre del año 4004 a.C. Una fecha que aún hoy sigue tomándose en serio en muchos ambientes cristianos fundamentalistas. Otras figuras posteriores han ofrecido sus propias cronologías, modificando los cálculos de Ussher unos años por encima o por debajo, y por eso los menos atrevidos a dar fechas concretas dentro de estos círculos milenaristas siempre han admitido un arco temporal orientativo entre finales de los años 80 y el año 2030.
Aquí he mostrado dos ejemplos recientísimos, uno que ha tenido mayor proyección pública por los medios de comunicación, y otro que ha sido divulgado en Internet por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). Pero no hay que olvidar que aún nos quedan unos años en los que seguiremos teniendo noticias de grupos que, basándose en los cálculos milenaristas de la Biblia, continúen con las profecías de fecha concreta. Paciencia.
Fragmentos de apocalipsis (1)
Fragmentos de apocalipsis (2): Las profecías de Nostradamus.
Fuente: En Acción Digital
El mes de octubre de 2011 que terminamos pasará a los anales de los milenarismos varios por haber concentrado, en una sola semana, dos predicciones del comienzo del fin de los tiempos. Por un lado, el ya popular predicador norteamericano Harold Camping, líder del movimiento Family Radio, había retrasado la predicción fallida de la parusía del pasado mes de mayo hasta el 21 de octubre. Por otro lado, algunos modestos grupos de impronta adventista habían apuntado al día 15. Ambas fechas han pasado y no tenemos constancia alguna de la segunda venida de Cristo en majestad, “vestido y ceñido de poder”, tal como reza el salmo 92. Un mes de octubre que ha pasado más desapercibido a efectos mediáticos, después del fracaso anterior. En efecto, el diario Chicago Tribune titulaba la víspera del supuesto acontecimiento terminal preconizado por Camping: “Predicho el fin, pero sin trompetas”.
Hace unos meses tuve ocasión de analizar en otro artículo (“Ayer iba a ser el fin del mundo…”) todo el revuelo milenarista que se armó en torno al anciano multimillonario Harold Camping, conocido en los círculos del neo-profetismo bíblico por haber señalado en estas últimas décadas la parusía, con una precisión en sus cálculos inversamente proporcional al acierto de los mismos. El 21 de mayo tocaba el susto de recibir a Cristo en su vuelta a la tierra, iniciándose así su reinado milenario, una imagen tomada del libro del Apocalipsis. Sintetizando mucho la cosa, Camping forma parte de una escuela –ya clásica– que realiza una lectura fundamentalista de la Sagrada Escritura y que destaca por su contabilidad cronológica. Echando mano de referencias bíblicas tales como las edades de los patriarcas veterotestamentarios, la cuenta acaba saliendo, década arriba, década abajo, así: la Creación del mundo (estrictamente semanal, en siete días de reloj, como es lógico en esta mentalidad), y el diluvio universal, habrían tenido lugar unos cuatro milenios antes de Cristo. En torno al año 2000, por lo tanto, se llegaría al año 6000. Justamente el momento indicado para iniciarse el milenio en el que el Señor reinará con los justos, para completar esa cifra simbólica del año 7000, en una visión de la historia que determina etapas claramente diferenciadas en una progresión hacia el fin.
Otra de las claves consiste en mezclar hábilmente las referencias bíblicas con los datos de actualidad, que se presentan en clave catastrófica y apocalíptica. Con anterioridad al 21 de mayo, los representantes de Family Radio decían que “Dios le ha dado a la humanidad pruebas y señales específicas de que Cristo retornará ese día”. Es ya algo clásico en muchos sectores del evangelismo más conservador –y normalmente norteamericano– eso de ver signos anunciadores del apocalipsis. La creación del Estado de Israel en 1948 fue considerada por muchas de estas corrientes una de las señales más claras de que se aproximaba el fin de los tiempos. Otros acontecimientos importantes de tipo político, así como las ya tradicionales catástrofes y calamidades, son esgrimidos continuamente por estos profetas que se aferran a la Biblia para interpretar de forma fundamentalista los sucesos presentes.
Pero vayamos al segundo ejemplo, el del anuncio del pasado 15 de octubre. Entre otros, fue protagonizado por un grupo denominado La Verdad Eterna (o Centinelas de la Deidad), de impronta fuertemente adventista, aunque sea rechazada por las corrientes principales del adventismo, precisamente por esa fijación con las fechas escatológicas. Los que integran este cisma, por su parte, acusan a los Adventistas del Séptimo Día de haber caído en la gran apostasía, justamente en estos momentos previos al final. Pues bien, el 15 de octubre, según ellos, correspondería al día 15 de Tishri (el mes Tishrei, el primero del calendario hebreo), y entonces llegaría el Mesías en gloria y majestad. Al igual que el grupo norteamericano, los adeptos de este movimiento también pusieron carteles anunciando el acontecimiento.
Pasó el día 15, y nada pasó. Sin embargo, unos días antes del fallo de la profecía ya nos daban pie para saber cómo iban a entender este fracaso. En un documento publicado en su página de Internet, los Centinelas de la Deidad decían lo siguiente: “Hoy es el segundo día de Tishri y no han caído las plagas, evidenciando nuestra equivocación sobre esta interpretación de los acontecimientos de los días finales”. Y reconocían otros fallos en la predicción de los prolegómenos del apocalipsis. Pero continuaban diciendo: “¿Significa esto que ya no creemos en la Venida de Yeshúa el 15 de Tishri de este año 2011? ¡Absolutamente no! La Venida de Yeshúa está declarada en las Escrituras para el 15 de Tishri de este año 2011”. Y lo explicaban con multitud de textos bíblicos que enmarañaban más aún la cuestión de las fechas concretas, al afirmar que el juicio final sería el 8 de octubre, y el sábado siguiente tendría lugar el momento en el que “nos vamos con Yeshúa” (Jesús).
Esta tendencia a poner en torno al año 2000 el inicio de la conclusión universal empezó hace tiempo, y hubo incluso quien fijó la parusía en el año 1988. Harold Camping, el líder de Family Radio, la señaló para 1994. ¿Cuál es su origen? Según algunos historiadores, no se trata de un cálculo estrictamente bíblico, sino que tendría su razón más profunda en la concepción de la historia como “la Gran Semana”, que forma parte de la antigua civilización mesopotámica. Mezclado con las cábalas de fechas basadas en la Sagrada Escritura, saldría esto. Y no se trata de un invento reciente, sino que tenemos que retroceder hasta el siglo XVII para encontrarnos con James Ussher, arzobispo anglicano de Armagh y primado de Irlanda. Este clérigo concluyó sus investigaciones con una asombrosa precisión, determinando que la Creación del mundo habría tenido lugar a las 9 de la mañana del 23 de octubre del año 4004 a.C. Una fecha que aún hoy sigue tomándose en serio en muchos ambientes cristianos fundamentalistas. Otras figuras posteriores han ofrecido sus propias cronologías, modificando los cálculos de Ussher unos años por encima o por debajo, y por eso los menos atrevidos a dar fechas concretas dentro de estos círculos milenaristas siempre han admitido un arco temporal orientativo entre finales de los años 80 y el año 2030.
Aquí he mostrado dos ejemplos recientísimos, uno que ha tenido mayor proyección pública por los medios de comunicación, y otro que ha sido divulgado en Internet por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). Pero no hay que olvidar que aún nos quedan unos años en los que seguiremos teniendo noticias de grupos que, basándose en los cálculos milenaristas de la Biblia, continúen con las profecías de fecha concreta. Paciencia.
Fragmentos de apocalipsis (1)
Fragmentos de apocalipsis (2): Las profecías de Nostradamus.
Fuente: En Acción Digital
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