viernes, 23 de marzo de 2012

La NASA y el fin del mundo

Continuamos con la serie "Fragmentos de apocalipsis", del sacerdote D. Luis Santamaría, en su entrega número 9:

El 21 de diciembre de 2012 en el horizonte, y seguimos a vueltas con el fin del mundo del calendario maya. La última noticia ha sido la intervención en este tema de un científico de la NASA, ese organismo que suena tan serio y riguroso. A lo mejor con llamadas a la sensatez como la de Don Yeomans, señalando que los mayas no hablaron más que de un cambio de ciclo, se apaciguan un poco los furores apocalípticos que están hoy de moda.

Lo más curioso es que se invoque como autoridad al responsable del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA, cuando han sido varios los historiadores y arqueólogos que han señalado públicamente la forma de entender el dichoso calendario precolombino que trae de cabeza a más de uno. Algunos medios se han encargado de dejarnos claro que un representante de los astronautas más importantes del mundo –pues para el imaginario popular no es otra cosa la agencia espacial norteamericana– “descartó la tesis del apocalipsis maya”.

Si escuchamos al señor Yeomans en el vídeo que ha publicado en Internet, el interés de sus declaraciones radica en el desmentido de que haya un planeta errante, esperando por ahí a que llegue la hoja del 21 de diciembre en la agenda para precipitarse contra el planeta Tierra. Ahí sí que es un experto el que nos dice que si hubiera un enorme planeta acercándose a nosotros “lo habríamos visto hace mucho tiempo, y si fuera invisible, de alguna manera, habríamos visto los efectos (gravitacionales) de este planeta en los planetas vecinos”.

Es una explicación fácil de entender, y no creo que sea razonable defender la existencia de una megaconspiración mundial de miles de astrónomos –que no astrólogos– que a diario rastrean el Universo. Además, Yeomans ha tenido que explicar por enésima vez que las erupciones solares no son un problema para nosotros, y que no es cierto que vaya a modificarse el eje de rotación de la Tierra.

Lo del planeta errante trae cola. Llevamos una temporada larga de extraños concordismos que pretenden aunar ciencia y profecía, señalando a cualquier cuerpo celeste fuera de lo común –ya sea real o inventado– como malévolo agente del cumplimiento del cataclismo predicho por los mayas. Si en ocasiones anteriores algunos planetas de ficción como Hercólubus (en el caso de los gnósticos) han servido para inducir al miedo de las personas que transitan entre las aceras del esoterismo y la nueva religiosidad, ahora surgen nombres extraños que crean un clima de inseguridad en la gente que no va a dedicar mucho tiempo en comprobar en fuentes veraces si se trata de hechos probados o, por el contrario, de rumores extendidos como la pólvora por Internet y las redes sociales.

El primero del catálogo, y al que aluden las últimas informaciones de la NASA y compañía, es el inexistente Nibiru. Dicen que tiene reminiscencias babilónicas, y en esa mitología se le asocia al dios Marduk. ¿No lo ha estudiado usted en sus clases de ciencias? ¿O es que se trata de una incorporación posterior al panorama astronómico? Nada de eso: según sus defensores, se trata de un cuerpo celeste real pero invisible, y lo llaman también “planeta X”. Algunos ufólogos ya se han dedicado a explicar una estrafalaria historia del Universo, conocida por los antiguos sumerios, y que le da a Nibiru, y a otros planetas que deben de ser de la familia, un papel importante en el desarrollo de la realidad tal como la conocemos hoy.

Hace justamente un año, en torno a marzo de 2011, circuló la noticia de que el astro invisible se acercaría a nuestro planeta. Quién sabe… quizás los miles de astrónomos y aficionados al telescopio se citaron para un momento destacado de su conspiración del silencio, y como Nibiru es invisible, puede que haya pasado y aquí no se ha enterado nadie. Aunque algunos habrán aprovechado los “drásticos síntomas geomagnéticos” predichos para ponerlos en relación con el gran terremoto que afectó a Japón precisamente en los días previstos.

Otro astro que ha dado mucho que hablar es Elenin. Quizás ya no se acuerde casi nadie, pero el periodista científico del diario ABC, José Manuel Nieves, tituló un artículo del 21/09/11 así: “El cometa Elenin no destruirá la Tierra”. También en aquella ocasión la NASA tuvo que salir a poner orden en el patio de vecinos de Internet. Algunos apocalípticos habían señalado que, con motivo de la alineación del Sol, la Tierra y Elenin, se produciría en octubre “una oleada de muerte y destrucción como no se ha conocido hasta ahora”. Esta vez sí se trataba de un cuerpo celeste real… con menos de cuatro kilómetros de diámetro y cuya distancia más cercana de paso junto a nuestro planeta fue de 92 veces lo que nos separa de la Luna. Vamos, que poco lugar para el susto. Sin embargo, se especuló mucho sobre la amenaza que suponía para la humanidad. Ya entonces tuvo que intervenir Don Yeomans, que fue muy gráfico al afirmar que “en comparación, mi coche ejerce una mayor influencia sobre las mareas del océano que el cometa Elenin”.

Volviendo a los planetas imaginarios, Hercólubus sigue protagonizando algunas hipótesis del fin o del cambio de época. En muchos grupos esotéricos, sobre todo gnósticos, se difunde el librito del “venerable maestroRabolú, tal como se hizo con vistas al año 1999. Si después de aquella ocasión tuvieron que explicar los editores que “nunca” se habían dicho fechas concretas en el libro del líder gnóstico –algo correcto que, por desgracia, no puede decirse de la aplicación que se usó en las sectas que hablaron de 1999 y recuperaron el tema en 2001 en torno al 11 de septiembre–, ahora toca aprovechar el tirón popular del fin del mundo maya para presentar a este astro como el que traerá el gran acontecimiento a la humanidad. Será en 2012, seguro, aunque el libro no diga nada de este año… porque después habrá que seguir vendiéndolo.

Haciendo una búsqueda rápida por Internet, descubrimos que “Hercólubus afectará terriblemente a la corteza terrestre… también alterará el clima terrestre”, y también está el elemento apocalíptico y conspiranoico: “si no se ha dado publicidad a este asunto se debe a la censura impuesta por miedo a la psicosis colectiva, la cual podría provocar grandes desórdenes sociales y económicos. Pero también no es menos cierto que al ocultar la verdad se está dejando indefensa a la Humanidad ante lo que se nos viene encima. Todavía estamos a tiempo de evitarlo, pues cuando ya se vea a simple vista no podremos hacer nada”.

Está visto que en este año 2012 tendremos que seguir aguantando presagios oscuros debidos a las fuerzas cósmicas –conocidas o desconocidas– que a través de los más diversos cuerpos espaciales –reales o irreales– nos amenazan en cumplimiento de las terribles profecías mayas. Entretanto, habrá una mayoría de la gente que no se lo tome en serio, habrá otros que tengan una cierta inquietud y, subiendo en la escala, los habrá que se preocupen de construir o buscar un búnker donde esconderse el día del cataclismo (porque haberlos, haylos).

Me viene a la mente algo que sucedió precisamente hace 15 años, por estas mismas fechas, cuando pasó por aquí cerca el cometa Hale-Bopp, brillante y bien visible desde la Tierra. Lo que para muchos fue una curiosidad, o una ocasión de interesarse más por lo astronómico, acabó en tragedia en marzo de 1997 por parte de la secta Heaven’s Gate (la Puerta del Cielo). ¿La razón? Muy simple: en la cola del cometa venía adosada una nave extraterrestre que llevaría consigo a los que abandonaran sus recipientes físicos (vulgo suicidio ritual).

Fueron 39 los adeptos que murieron, y a ellos se unió varios días después alguien que no formaba parte de la secta, pero que conoció su teoría a través de Internet. Y es que, a veces, estas fantasías apocalípticas tienen un efecto más allá de la pantalla del ordenador. Así que, en lo que queda de año “maya”, mucho cuidado.


El resto de "fragmentos" puede verse en:


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