El obispo de Querétaro (México), monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, ha respondido a una interesante entrevista publicada por Aleteia-El Observador, con motivo de la próxima celebración en Rio de Janeiro de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
En la entrevista, realizada por Jaime Septién, el prelado es preguntado por la popularidad entre los jóvenes iberoamericanos de creencias y prácticas como el esoterismo, la brujería y el satanismo, y afirma que “los vacíos que nosotros dejemos en la atención a los jóvenes se aprovechan por otras alternativas”.
Monseñor Armendáriz señala, pues, el desafío pastoral que supone para la Iglesia la difusión de estas espiritualidades alternativas, y explica que esto tiene que provocar “el interés por buscar a los jóvenes con la actitud misionera en nuestras iglesias particulares”. Es más, sostiene que “ellos acuden al ‘misterio’ a dar respuestas, buscándolas en estas alternativas”.
¿Es peligroso todo esto? Por supuesto que sí. El obispo mexicano no duda al decir en la entrevista que “todo aquello que vaya en contra de la dignidad de la persona y de las personas -en este caso la autodestrucción de la persona- no es conveniente. Me parece que son caminos equivocados porque nosotros, desde la fe, sabemos que el único camino que da felicidad -y felicidad verdadera- es el encuentro con Cristo”.
Frente a todo esto, “la JMJ quiere ser como un concentrador de todos los esfuerzos, que la Iglesia hace para atender a nuestra juventud. Me parece que en este año, especialmente con la presencia del Papa Francisco y con el tema que se va a tratar, el joven tendrá que entender que creer en Cristo no solamente es ejercitar alguna religión, sino que ser cristiano católico es tener un estilo de vida”.
El prelado mexicano coincide en su apreciación con lo que escribieron hace dos años varios miembros de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). En torno a la JMJ de Madrid, la agencia católica de noticias Zenit publicó varios artículos de estos autores, señalando a estos eventos eclesiales como antídotos católicos ante el fenómeno de la nueva religiosidad. Vicente Jara, laico dominico, afirmó en un artículo que en la JMJ “ha de darse respuesta a lo que los jóvenes demandan, buscan, se preguntan, ansían, y hablarles sin tapujos, directamente, sin florituras, como hablan ellos, que lo entiendan”.
Por otro lado, Luis Santamaría afirmó que “la JMJ puede ser un buen elemento de prevención (y sanación) ante la realidad de las sectas”, y lo hacía en un artículo en el que analizaba la carta de convocatoria de la JMJ de Madrid escrita por Benedicto XVI. Señalaba entonces, por ejemplo, que “cuando las sectas se aprovechan con frecuencia del individualismo ambiental y de la necesidad de relación profunda y de reconocimiento cercano de los jóvenes, la JMJ está presentando un acto puntual que quiere representar una comunión vivida en la Iglesia como comunidad de creyentes”. Como afirmaba el Papa alemán, la fe, vivida de forma festiva en la JMJ, ayuda “a encontrar el sentido y la alegría de la vida, que nace del encuentro con Cristo”.
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