En una charla con el diario argentino La Gaceta, apenas bajado del avión que lo trajo de Buenos Aires, y antes de celebrar misa en homenaje al ya Papa emérito Benedicto XVI el pasado 28 de febrero, el arzobispo de Tucumán (Argentina), Alfredo Zecca, habló de la obligación de “volver a misionar” que tiene hoy la Iglesia, y destacó la figura de Joseph Ratzinger, el papa saliente.
“Ratzinger ha descubierto el hilo profundo de la cultura contemporánea; es un hombre abierto al diálogo entre la fe y la razón; que se ha preocupado en decir que la Iglesia debía abrirse al atrio de los gentiles; y eso es el diálogo entre la fe y la ciencia, entre la fe y la razón, entre la fe y la cultura”, reflexionó monseñor Zecca.
“¿Cuál es hoy el principal desafío de la Iglesia Católica hoy?”, se le preguntó. “Honestamente, el principal desafío de la Iglesia está en trabajar en el campo de la cultura, en un sentido amplio, porque ese es el modo de darle fundamentos a una sociedad irreversiblemente globalizada, una sociedad en la que ha triunfado la razón instrumental”. En esa búsqueda, dijo el prelado que “hay que dialogar en ámbitos donde se decide el futuro, lo que no significa abandonar la opción por los pobres”.
Reproducimos a continuación la entrevista a monseñor Zecca, tal como apareció en el periódico.
Mucho se ha escuchado en estos días de que hay que volver a evangelizar…
- Más de una vez he dicho que en Tucumán, y en el Norte, en general, tenemos una identidad católica, cultural y religiosa muy fuerte. Pero no nos podemos dormir en los laureles, porque nuestro pueblo, que viene espontáneamente a pedir bendiciones, también vive en esta sociedad global. Hace falta que este movimiento religioso espontáneo se transforme en una catequesis vigorosa, que a su vez significa un compromiso social y político. No podemos conformarnos con un catolicismo de fin de semana.
¿Cómo analiza usted el crecimiento de otros cultos y sectas?
- Es un problema de los católicos, y fundamentalmente de los curas. Hemos dejado de evangelizar; las sectas crecen porque dejamos espacios vacíos. Lo contrario de conservador no es progresista; es misionero. Eso es lo que hay que discutir; el mundo necesita ser misionado.
¿Por qué hay tanta turbulencia en la Iglesia actual?
- Porque en el occidente hemos perdido el sentido de la vida, los valores religiosos. La Iglesia se ha visto afectada por escándalos, y esa es una de las señales de la valentía del Papa, que no ha tenido reparos en pedir perdón a víctimas de pedofilia, y en tomar medidas en contra del reverendo Marcial Maciel. Este Papa ha querido decir: la Iglesia tiene que mostrarse transparente. No se puede dar el presupuesto obvio de que sea la fe católica la que sustenta el entretejido cultural, eso pudo haber sido hace muchos años, pero ya no lo es más.
¿A qué atribuye esa ruptura del monopolio del catolicismo?
- Creo que se debe en parte a la misma dinámica de la modernidad, al iluminismo; un desencuentro monumental que comenzó a subsanarse con el Concilio Vaticano. Pero, por otra parte, en la Iglesia no siempre hemos estado acertados en la aplicación del Concilio Vaticano. Por eso dice el papa, volvamos al Concilio Vaticano. Dice: hay dos hermenéuticas; una de la discontinuidad y la ruptura; entonces, la Iglesia se parte en una Iglesia preconciliar y otra postconciliar; y hay otra hermenéutica; que el mismo sujeto permanece inalterable en los valores fundamentales pero cambia en las aplicaciones concretas porque se adapta a los cambios de la época.
Creo que Ratzinger ha percibido con mucha agudeza que si la Iglesia no se mantenía fiel al dogma y a su tradición, entraba en un proceso de descomposición. Por eso fue muy incomprendido; algunos lo trataron de cerrado, de tradicionalista; el mismo que habla con Habermas es el que dice: tenemos que ver que la caridad debe estar fundada en la verdad, porque si no eso deja una civilización presa de emociones: es el mismo Papa que dice de traer al rebaño a los seguidores de Lefevbre. Cómo no los va a traer, si había un cisma en la Iglesia. Dice: ‘celebren la misa que quieran, pero acepten el Concilio Vaticano II’. A esta grandeza que tiene este hombre todavía tenemos que tratar de comprenderla.
Fuente: La Gaceta
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