Reproducimos a continuación un nuevo artículo de Miguel Pastorino publicado en su blog “La verdad os hará libres” de Religión en Libertad. Pastorino, sacerdote de Uruguay, es director del Departamento de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Montevideo y conductor de programas radiales de evangelización. Especializado en la nueva religiosidad, es miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).
El fenómeno de las sectas no es algo nuevo, pero es una realidad siempre cambiante. Con el impacto del movimiento “Nueva Era” en la década del 90, el creciente relativismo cultural y religioso en el que se sumergen muchos sin advertirlo, y el consumismo religioso del mundo “auto-ayuda” que mezcla religión, psicología, ocultismo, magia y ciencia ficción sin escrúpulos, nos encontramos frente a un fenómeno que debería preocupar a pastores y fieles, dada la confusión a la que arrastran.
Una serie de “maestros” espirituales que se presentan como iluminados que ofrecen sabiduría y técnicas anti estrés, generando devoción hacia su misma persona, esconden una solapada propuesta religiosa, que, con un lenguaje vago e impreciso, proponen un verdadero catecismo esotérico cuya aceptación implicaría, al cristiano, la negación de la propia fe. Cada uno es libre de creer lo que quiera, es cierto, y de adherir a la religión que prefiera, pero tiene derecho a saber dónde se está metiendo y si esa pretendida espiritualidad que le venden es compatible con su fe cristiana.
Muchos de los nuevos “maestros” espirituales que no pertenecen a ninguna religión histórica ofrecen su sabiduría en un tono casi hipnótico, lleno de paz y excesiva dulzura. Luego de varios escándalos en Argentina, juicios y escraches en televisión, el “iluminado” Claudio María Domínguez, vinculado al escandaloso “Maestro Amor”, ha venido al Uruguay para quedarse, y ya tiene su audición en Montecarlo, además de comenzar a brindar nuevamente conferencias ante los incautos que desconocen su vida y doctrina. Domínguez mantiene un discurso irracional, imposible de seguir, en que se mezcla a Sai Baba y la reencarnación con Jesucristo, la Madre Teresa de Calcuta, la lectura del aura, el pensamiento positivo y los extraterrestres… un cóctel difícil de digerir. En Argentina llegó a decir que aquellos casos en que ha habido niños abusados sexualmente y asesinados, fueron en realidad ellos mismos quienes, debido a su karma, han elegido ese destino. Más raro aún es escuchar elogios a enseñanzas semejantes.
Otro caso conocido en los medios fue el de Isha y su SPA de la conciencia. Además de las varias denuncias que han recibido, y los problemas que han tenido en otros países, nadie repara en su discurso religioso. Porque aunque dicen “no somos religión”, alcanza la sola lectura de unas pocas páginas de su libro divulgativo La revolución de la conciencia, para enterarnos de que somos dios, que todo es energía y que su líder es la divinidad en una forma más evolucionada que nosotros, con lo cual la obediencia de los maestros a su líder es análoga a la que se constata en toda secta destructiva.
Los libros de Brian Weiss, como Muchas vidas, muchos maestros, pretenden enseñarnos la verdad “científica” sobre la reencarnación a través de la supuesta “terapia de vidas pasadas”, y enseña que la Iglesia quitó las citas de la Biblia que hablaban sobre reencarnación. Un disparate tras otro se suceden con desparpajo y sin pudor alguno. Esta “terapia”, por supuesto, no cuenta con ningún aval científico, ni la Biblia jamás cobijó cita alguna sobre la reencarnación, ni la fe judía que precede históricamente a la cristiana, ni ésta después, creyeron en semejante doctrina. La fe católica y cristiana, por el contrario, nace de la profesión de fe en Jesús, el Cristo, muerto y resucitado, que abre las puertas de la Resurrección (cf. 1 Cor 15), por lo cual la fe en este acontecimiento es la piedra fundamental sobre la cual se levanta la Iglesia. La fe en la resurrección excluye del horizonte toda posibilidad reencarnacionista.
En estos días llegará al Uruguay el gurú Sri Sri Ravi Shankar, fundador de "El Arte de Vivir", que se define como “una asociación internacional y servicio sin fines de lucro, dedicada a elevar los valores humanos”, y ofrece cursos con técnicas de respiración tomadas del yoga como respuesta contra el estrés y como camino hacia la felicidad. Pero esto es solo la pantalla tras la cual puede reconocerse la religión que difunde su gurú, quién dice de sí mismo: “Yo no le puedo decir a todo el mundo que soy Dios, ya que no todo el mundo podrá entenderlo”.
Además de ofrecer los acostumbrados consejos para vivir mejor, adoctrinan en la ley del karma, presentan la reencarnación como verdad de fe y un panteísmo explícito, según el cual no hay un Dios personal sino una divinidad impersonal de la que todos formamos parte, por cuanto cada uno de nosotros puede decir también: “yo soy Dios”.
¿No es eso religión? Entonces no son solamente cursos de respiración. Ravi Shankar hace lo mismo que su controvertido maestro de la Meditación Trascendental, pero con mejores estrategias de mercadotecnia. Algo más: en estos días Ravi Shankar será honrado con el título de “ciudadano ilustre de Montevideo”.
Hay cristianos incautos que al entrar en un curso tal de superación personal se están cambiando de religión sin advertirlo. Un cristiano cree que Dios es uno en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y cree que Jesucristo es Dios-Hijo hecho hombre, y por lo tanto no es una energía, ni un maestro o un iluminado entre otros de su mismo rango. Porque Jesucristo es el único salvador de toda la humanidad y “no hay otro nombre dado a los hombres por el cual podamos ser salvados” (Hech 4,12). Para los cristianos Jesús no es un maestro más, sino la revelación definitiva de Dios a los hombres. Un cristiano no puede afirmar que cada persona es Dios, porque estaría negando su condición de criatura.
Un cristiano cree que la vida es una sola y después de la muerte se encuentra con Dios y hay vida eterna. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña al respecto (1012-1013): “La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin “el único curso de nuestra vida terrena”, ya no volveremos a otras vidas terrenas. Está establecido a los hombres que mueran una sola vez (Heb 9,27). No hay reencarnación después de la muerte.
La endeble experiencia de fe en Jesucristo, el desconocimiento de la propia fe, y el relativismo religioso en el que se cimenta el supermercado espiritual contemporáneo deja a muchos cristianos a merced de toda clase de engaños y supersticiones. Solo un regreso a las fuentes de la fe, que comporta también una formación crítica en los contenidos de la fe puede ser la respuesta ante la avalancha esotérica que ofrece felicidad en pociones mágicas. Podemos comprender por qué el Papa Benedicto XVI invita a toda la Iglesia a una nueva evangelización, y al año de la fe.
Fuente: Religión en Libertad
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