«Satán te está pidiendo una ofrenda de 4.000 euros». El «diablo» de Cádiz, un individuo con antecedentes, se ha convertido en un año en un potentado. Creó una secta, montó en un chalé de Chiclana de la Frontera un templo de santería y se anunció ofreciendo servicios de «vidente y brujo espiritual para resolver problemas de amor, quitar males de ojo e impotencias». Decenas de víctimas cayeron en sus redes.
La Guardia Civil le ha detenido junto a su pareja, una paraguaya del mundo de la prostitución, como cabecillas de una secta que tras los ritos esotéricos y el sacrificio de gallos y cabras, dejaron a varias familias en la indigencia, con el pretexto y la amenaza de que el diablo necesitaba tres mil euros cada dos o tres días. El terror que habían inoculado en estas personas ha provocado que hayan tenido que declarar como testigos protegidos, que una de las víctimas amenazara con suicidarse y que muchas otras ni siquiera hayan denunciado.
«Era un templo satánico en versión rocambolesca, pintado de rojo y negro, con vestimentas de drácula y decoración vampiresca», explica uno de los agentes de Policía Judicial de Chiclana. Pese a ello, entre las víctimas hay un abogado, un agente de seguros, una camarera... La desesperación les llevó hasta Carlos Javier R.L., que estuvo en prisión por un negocio de compra-venta de coches.
Al entrar en la casa, todos se convertían en esclavos: ellos reparaban los tejados, el césped y la piscina; ellas eran criadas y algo más. Nadie podía abandonar la secta sin permiso: «Satán se te va a meter en el cuerpo y te va a volver loca», amenazaba el individuo. Una de las víctimas vendió su casa y la de sus padres octogenarios para entregarla al estafador. Con el dinero obtenido compraba coches de alta gama, los trucaba, falsificaba la documentación y los vendía por un precio muy superior. Los abducidos llegaron a entregarle sus vehículos y mobiliario. «Satán te deja en la indigencia para hacerte rico». Fue su último lema.
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