jueves, 26 de febrero de 2009

Teólogo evangélico denuncia los “imperios religiosos” neopentecostales en Costa Rica


¿Podrán nuestras leyes poner en su lugar a los estafadores religiosos? Con esta pregunta encabezaba recientemente Osías Segura un artículo sobre los “imperios religiosos” en Costa Rica, publicado en el medio digital evangélico español Lupa Protestante.

Segura, costarricense, es Catedrático en Misionología del Centro de Ministerios Transculturales de ESEPA.

San Pablo nos recuerda: "Nosotros no andamos negociando con el mensaje de Dios, como lo hacen muchos" (2 Corintios 2:17a). Un mensaje válido para aquellos que una vez fueron pastores evangélicos de origen humilde, sencillos, ganando un salario mínimo. Con grandes costos lograron terminar su secundaria, y hoy algunos son millonarios, pues se llevan cada domingo grandes sumas de dinero en efectivo. ¿Los tendrá el Ministerio de Hacienda bajo control?

¿Cómo lo hacen? Ellos predican una teología que refuerza pragmáticamente las propuestas básicas de una economía de mercado, y con ella justifican bíblicamente el consumismo y el goce pleno y egoísta de los bienes terrenales. Así producen bienes, como corbatas ungidas para la buena suerte, agua bendita para sanidad, pulseras del pacto, entre otros productos religiosos.

Principios mágicos. ¿Qué predican? Ellos se guían por ciertas leyes o principios bíblicos de la prosperidad financiera. Estos principios o leyes son mágicos pues no tienen exigencias éticas por parte de Dios, quien se ve atado a responder a tales leyes. Lo que los humanos deben hacer es cumplir con tales principios y esperar, pues "como hijos de Dios son herederos de sus riquezas".

De esta manera, pareciera que las leyes del mercado gobiernan al Dios todopoderoso y su santísima voluntad. Bíblicamente esta ley del mercado parece encontrarse en ciertos temas teológicos como "el pacto", "la siembra y la cosecha", "el diezmo y las ofrendas", y "el ciento por uno". Estos temas bíblicos contienen un principio de causa y efecto: "El que quiere recibir debe dar en abundancia". El necesitado le pide a Dios una bendición y, si recibe tal bendición, el necesitado debe dar de su parte, y así bendecir el ministerio del profeta o apóstol que facilitó el pacto. ¿Quién fue en realidad el bendecido en esta transacción?

¿De dónde salieron? El Pentecostalismo se debe distinguir en tres olas o movimientos históricos. Primero, el Pentecostalismo clásico llega a nuestro país a mediados del siglo XX. La segunda ola durante los años 70 nos trae el movimiento carismático. Este movimiento afectó a toda denominación protestante, y hasta la Iglesia Católica Romana. Finalmente, el último movimiento es el neopentecostal, o de la tercera ola, que se desarrolló a inicios de los años 90, y hoy se encuentra en su plenitud como parte de los nuevos movimientos religiosos latinoamericanos (NRM). Una aclaración es válida: No toda iglesia evangélica o pentecostal debe ser confundida con estos grupos neo-pentecostales. La diferencia yace en las características aquí mencionadas.

¿Quiénes son ellos? Los líderes neopentecostales una vez fueron parte de los movimientos pentecostales, pero se separaron de sus denominaciones para "ser fieles al mover del Espíritu Santo". Muchos de ellos hoy son líderes de megaiglesias (iglesias con una asistencia semanal de más de 2.000 personas). Con el tiempo ellos han subido de rango religioso. Algunos de pastores pasan a ser profetas, y de profetas, a apóstoles, y de apóstoles unos pocos han llegado a convertirse en apóstoles de apóstoles. Así como se aumentan de rango, se aumentan el salario.

¿Qué servicios ofrecen? Además de ser empresarios con canales de televisión y estaciones de radio en algunos países, también son buenos chamanes. Hay cierto tipo de espíritus, sanidades, limpias y bendiciones que solo ellos pueden brindar. Prometen sanidades y bendiciones materiales a cambio de "una donación" que se siembra o pacta con Dios.

El dinero del pacto. Pero ¿quién se lleva el dinero del pacto o de la siembra con Dios? Para nadie es una sorpresa la respuesta. Los costarricenses deberíamos preguntarnos: ¿Declaran estos líderes sus impuestos de acuerdo con sus ingresos reales y con sus múltiples propiedades? ¿Quién mantiene a cuentas a tales personalidades autoritarias?

¿Son decorosos los servicios religiosos y promesas que ofrecen? ¿Cuándo se pronunciará la Alianza Evangélica Costarricense contra tales abusos, o será que su silencio otorga? ¿Podrán nuestras leyes poner en su lugar a tales estafadores religiosos? ¡El pueblo tiene la palabra!

Fuente: Info-RIES nº 120 (24/02/09).

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